A partir de la
Revolución Industrial del siglo XIX, la industria del aluminio ha ido
evolucionando de forma dinámica. Actualmente, la presencia de este material en
nuestro entorno ha proliferado de tal manera que no podríamos concebir una vida
sin el bienestar que sus propiedades nos han brindado.
El aluminio es un metal
ligero extraído de la bauxita, el tercer elemento más común de la corteza
terrestre, del cual se estima que hay reservas para 200 años.
De acuerdo con Jesús
Vergara, se trata de un material con un ancho abanico de propiedades que hacen
de él un elemento con gran variedad de aplicaciones, situándolo en una posición
de vanguardia entre los componentes más indispensables de nuestra vida diaria.
De forma natural, genera una capa de óxido que le otorga una gran resistencia a
la corrosión. Modificando la composición de su aleación, y a través de
tratamientos de revestimiento, se consigue adaptar la resistencia de esta capa
a las exigencias de su aplicación.
Además de esta cualidad,
el aluminio es un excelente conductor del calor y de la electricidad, así como
un buen reflector de la luz.
Tanto su densidad como
su punto de fusión son bajos, y la ductibilidad que presenta permite definir el
diseño final del producto durante las primeras etapas de su tratamiento.
Otra de sus
características es la impermeabilidad a pesar de su delgadez en casos como el
del papel de aluminio, que no permite que las sustancias envasadas pierdan su
aroma ni su sabor.
El valor de estas
propiedades se ve incrementado por su bajo peso, que en relación a su
resistencia, lo convierten en un material excepcional como barrera de
protección o aislamiento.
Ventajas y aplicaciones
Todas estas propiedades
son básicas a la hora de utilizar el aluminio en sus distintas aplicaciones,
las principales de las cuales permiten que su utilización se extienda hacia
otros sectores del mercado y compañías proveedoras en Venezuela.
En la industria del
transporte, explica Jesús Vergara, el aluminio se utiliza para la construcción
de aviones, de vagones ferroviarios, de automóviles, así como para la
fabricación de motores de combustión interna.
Su resistencia a la
corrosión y al agua del mar lo hace indispensable a la hora de fabricar tanto
cascos de barco y mecanismos acuáticos, como vehículos militares y tanques
blindados.
Una misma proporción de
aluminio pesa un tercio menos que el acero, con lo que también es un material
ideal para la fabricación de tubos, recipientes y aparatos necesarios en la
industria química.
Por otro lado, la
aplicación del aluminio para el tratamiento del agua resulta muy ventajosa,
pues además de ser un elemento no tóxico, filtra las bacterias y las partículas
no deseadas, ayudando a mantener limpios los abastecimientos de agua en
Venezuela.
En el campo de la
medicina, explica Jesús Vergara, el aluminio se emplea tanto en los
equipamientos médicos como en algunos medicamentos, por ejemplo, en los
tratamientos de úlceras gástricas.
El aluminio también toma
un papel relevante en el uso doméstico por su capacidad de conservar comida y
por su elevada conductibilidad térmica.
Al ser inodoro e
impermeable, no altera el sabor de los alimentos a los que protege en forma de
envases rígidos o flexibles, como el papel de aluminio, de 0,011 mm de espesor,
latas de bebidas, conservas, etc.
Otras de sus ventajas
son su ligereza de peso, que lo hace indispensable en las transmisiones de
electricidad de alto voltaje a larga distancia, y su capacidad aislante,
cualidad aprovechada tanto en la arquitectura como en el diseño industrial en
Venezuela.
Aspectos medioambientales
Como hemos visto, desde
una perspectiva enfocada en el ciclo de vida del aluminio y a través de
estudios exhaustivos, la industria procura llevar a cabo todo un programa de
actuaciones medioambientales durante todas las etapas del material, desde su
producción hasta su uso y su posterior reciclaje, con el objeto de reducir el
impacto causado por la extracción de bauxita y devolver las minas a sus
condiciones naturales, de las que el 80% vuelven a su estado original, y
aminorar, a su vez, las emisiones de gases de efecto invernadero.
En lo relativo al uso de
energía para su tratamiento, que representa un 25% de los costes asociados a la
producción del aluminio primario, la industria se esfuerza para reducir el uso
de electricidad. A través de la tecnología de alimentación puntual en la
electrólisis (descomposición, mediante una corriente eléctrica de sustancias
ionizadas denominadas electrolitos), se ha logrado registrar una reducción del
consumo de electricidad de un 33% desde 1950.
Las fuentes de energía
que se usan en la industria del aluminio proceden mayoritariamente del agua; la
energía hidráulica constituye el 52% del total de energía empleada para los
diversos procesos a los que se somete este material. Otras fuentes de energía
de la Industria del Aluminio son el carbón (25%), la energía nuclear (15%), el
gas natural (5%) y el petróleo (3%).
El aluminio también
contribuye a un ahorro considerable de carburante en los automóviles gracias a
la ligereza de peso que lo caracteriza.
Por otro lado, apunta
Jesús Vergara, el aluminio es un material 100% reciclable sin pérdida de sus
cualidades y cuyo proceso resulta beneficioso a la hora de ahorrar energía,
reducir las emisiones de gas y para los recursos minerales de las minas, pues
emplea un 5% de la energía requerida por la producción primaria y genera sólo
un 15% de las emisiones.
A través de sistemas
globales de recuperación que funcionan en los principales países europeos, se ha
conseguido una producción anual de aluminio reciclado de 1,9 millones de
toneladas; las tasas oscilan entre el 42% en latas de bebidas, el 85% en
construcción y el 95% en transporte.
Así pues, gracias a una
buena coordinación de las infraestructuras de recuperación, los datos
registrados muestran que la tasa actual de reciclado supera el 92% y que la
demanda anual de aluminio europeo reciclado es de un 32%.
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